¿De qué sirve otro muelle si ya no hay mar?

“Sin agua no hay vida. Sin océanos no hay agua.”
— Sylvia Earle, bióloga marina y exploradora de National Geographic

¿De qué nos sirve tener más infraestructura para recibir más turismo si ya no habrá nada que ver ni disfrutar? ¿De qué sirve tener más dinero y una mejor economía si no tenemos agua potable o buen aire para respirar?

La semana pasada tuve el privilegio de viajar con mis papás a Cozumel. El motivo del viaje era celebrar sus 43 años de casados, y eligieron hacerlo justo donde todo comenzó: en la isla de Cozumel, tierra de golondrinas, ahí donde un día fue su luna de miel.

La isla nos recibió con su calor habitual, la sensación de sal flotando en el aire y la esperanza de pasar tiempo de calidad juntos. Hicimos un recorrido en una lancha de fondo transparente, donde también tuvimos oportunidad de hacer snorkel. Sin embargo, donde se supone había arrecifes de colores y vida marina abundante, lo que encontré fue un desierto marítimo.

No había miles de peces de colores, como me había contado mi papá durante años. No había muchos corales. Solo arena, silencio y unos cuantos peces perdidos. Un mar apagado.

Al salir del agua, escuché al capitán hablar con mis papás. Les contaba que la vida marina se ha visto severamente afectada por la construcción de varios muelles. Mencionó un huracán llamado Wilma que azotó la isla hace años y que, según él, destrozó gran parte del ecosistema.

Pensamos que quizá ese desastre natural había sido el culpable. Nos contaron que los locales están tratando de recuperar lo perdido: colocaron dos barcos viejos de la marina para crear arrecifes artificiales, y en la punta sur comenzaron a plantar manglares para que los cocodrilos puedan vivir en paz.

Dormimos con ese mal sabor de boca.

Al día siguiente recorrimos varias playas de la isla. Otra vez, la vida marina era escasa. Vimos un pequeño tiburón, una morena y algunos peces. En la playa del Cielo, sí, había estrellas de mar enormes… pero solas. Como si también estuvieran resistiendo.

En el camino de regreso tuve oportunidad de platicar con otro capitán. Llevaba 27 años navegando esas aguas. Piel de cuero, mirada de quien ya ha visto cómo el paraíso se convierte en sombra. Me habló de tortugas, tiburones, medusas. Si te interesa saber más sobre el mar, te recomiendo un libro hermoso: «La elocuencia de la sardina», de Bill François.

Cuando las criaturas marinas narran sus relatos, en ocasiones ocultan en ellas peticiones de auxilio. Nos corresponde a nosotros descifrar esas señales de angustia. -Bill François

En la misma conversación, el capitán me compartió su testimonio:

«Yo aún era un niño cuando empecé a viajar con mi tío y a trabajar en el mar. Llevo 27 años aquí. Esto empezó a morirse hace diez años. Todos dicen que fue el huracán Wilma, pero no. Fue la construcción de los muelles. Ya hicieron tres y quieren hacer un cuarto. Los cruceros tiran mierda en alta mar y los corales se están quemando por los bloqueadores solares. Al tiburón gato lo matan por sus aletas. Nomás por eso.»

Yo asentí. No supe qué decir.

¿Qué carajos dices cuando un hombre que ama el mar te dice que ya no hay mar?

Regresando del viaje, me puse a investigar. Las estadísticas sobre el medio ambiente en México son tan alarmantes que dan ganas de cerrar la laptop y salir a gritar. Pero eso no arregla nada. Así que anoté:

México ha subido su temperatura más rápido que el promedio mundial. Algunas regiones del país se están calentando a razón de 4 a 6 grados por siglo. El Caribe mexicano ha perdido hasta un 80 % de su cobertura coralina. Muchos arrecifes están muertos o moribundos. La basura de los cruceros, los bloqueadores no biodegradables y la sobreexplotación turística están dejando un cadáver donde antes había un santuario.

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¿Qué dice la ciencia?

Una tesis doctoral publicada en ResearchGate sobre el turismo de buceo en Cozumel confirma lo que vi con mis propios ojos. El documento señala que:

• En los sitios más visitados para el buceo y snorkel, como Palancar o Chankanaab, la cobertura coralina ha disminuido hasta en un 40 % por el contacto físico con turistas y equipo.
• A esto se suman desechos de cruceros, aguas residuales mal tratadas y bloqueadores solares tóxicos.
• Aunque existen zonas protegidas, la falta de vigilancia ha permitido que la degradación avance sin freno.
• Irónicamente, el turismo que da vida a la economía local también está asfixiando el arrecife que la sostiene.

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La verdad es esta: estamos jodiendo el mar. Y lo estamos haciendo a conciencia, con la sonrisa de quien se sube a un tour, se toma la selfie y luego se olvida.

El planeta puede vivir sin nosotros. Nosotros no podemos vivir sin él. -Carl Sagan

No se trata de salvar al planeta. El planeta va a seguir sin nosotros. Se trata de ver si todavía podemos salvarnos a nosotros mismos del desastre que sembramos.

Porque si seguimos construyendo muelles, puertos y trenes para recibir más turistas, pero ya no hay peces que ver, ni corales que admirar, entonces nos estamos vendiendo una postal vacía. Y lo más jodido es que estamos convencidos de que eso es progreso.

Cozumel no necesita otro muelle. Lo que necesita es tiempo. Necesita oxígeno. Necesita manos que siembren, no que destruyan.

No necesitamos más cemento. Necesitamos más conciencia.

Apoyemos a los locales que están tratando de rescatar el arrecife con sus propios medios, con sus propios sueños. No los dejemos solos.

Este viaje me dejó muchas cosas. Tiempo con mis papás. Recuerdos. Pero también una pregunta que no me puedo quitar:

¿Qué vamos a hacer cuando el mar deje de hablarnos por completo?

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¿Qué puedes hacer tú desde casa?

No heredamos la Tierra de nuestros antepasados, la tomamos prestada de nuestros hijos.

No necesitas vivir frente al mar para protegerlo. Aquí algunas acciones simples que tienen un impacto real:

• Evita el uso de bloqueadores solares no biodegradables. Busca opciones reef-safe si vas a nadar en el mar.
• Reduce tu consumo de plásticos de un solo uso: bolsas, botellas, utensilios. Mucho de ese plástico acaba en el océano.
• Ahorra agua en casa. Cuanta menos agua usamos, menos presión hay sobre acuíferos y menos aguas residuales se generan.
• Sé consciente con tus compras: evita productos cosméticos con microesferas plásticas (como exfoliantes o pastas dentales con “microbeads”). Revisa en la etiqueta ingredientes como polyethylene (PE) o polypropylene (PP), y opta por envases rellenables o biodegradables.
• Apoya el turismo responsable. Investiga antes de viajar. Elige operadores que respeten el medio ambiente y las comunidades locales.
• Comparte información. Habla de esto con tus amigos, tu familia, tus redes. La conciencia también contagia.

No se trata de ser perfectos. Se trata de hacer lo que esté en nuestras manos antes de que el azul del mar se vuelva un recuerdo en fotos viejas.

Para seguir explorando…

Si este tema te removió por dentro y quieres comprender más sobre la belleza y fragilidad del océano, te recomiendo dos lecturas que me marcaron:

• 🐟 La elocuencia de la sardina, de Bill François — Un libro escrito por un fisico apasionado por el mundo marino que te lleva al fondo del mar con poesía, ciencia y respeto profundo por la vida marina. Un canto de amor al océano desde dentro.
  👉 Leer más sobre el libro
• 🌍 La vida imposible, de Matt Haig — Una novela sobre el sentido de la vida, los pequeños actos que cambian el mundo y la defensa de lo que amamos. La protagonista defiende Ibiza del deterioro ambiental… y me recordó que tal vez todos tenemos una isla que proteger.
  👉 Descúbrelo aquí

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Gracias

Si llegaste hasta aquí, gracias por leer. Ojalá este texto te haya hecho pensar en el mar, en sus silencios y en nuestras decisiones. Si quieres recibir más reflexiones como esta, suscríbete al blog y acompáñame en el camino de dejar las cosas mejor de como las encontramos. Y si crees que esta entrada le puede servir a alguien, sería genial que la compartas con ellos.

Hasta la próxima…

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